lunes, 19 de septiembre de 2011

Proceso de escritura

LOS PIES CON QUE CAMINO

¿Quién será la próxima ganadora del premio Nobel de escritura? - el silencio empezó a naufragar en medio de 20 personas cuyo futuro tal vez no estaba en una hoja y menos en alzar un lapicero... Segundos que se convirtieron en una eternidad para la profesora de castellano, pasó su mirada por los ojos de ilusiones lejanas a la escritura y solo cuando el silencio parecía responder su pregunta, yo, Stefhania Libreros Serna, con 14 años estabilizó la caída del avión con destino a un "imposible".

Escribir para muchos es una obligación, para otros su fuente de trabajo y, por consiguiente, la única forma en que sobrevivirían en este mundo de suburbios, de acciones con intereses personales o sociales. No es extraño, ni sobrenatural ver como columnistas, editores, periodistas, escritores, críticos, y entre muchos, como hacen de la palabra hablada una obligación, una forma de conseguir dinero. Como tampoco es extraño, (y por lo menos más gratificante) ver personajes como los anteriores agregando cantantes, niños, niñas que escriben en sus diarios, personas comunes y corrientes, a las que escribir, significa construir un mundo mejor, comprometerse con la magia de las palabras a expresar los que otros tantos, no pueden decir. También es la manera más sensible y noble, de perpetuar en el mundo la grandeza existente en la tierra a pesar de lo complicado que en ocasiones se convierta vivir en ella. Es el Yoga o el ejercicio diario que te hace sentir obrero del progreso de generaciones venideras.

Cuando era pequeña, y hasta hace poco, pensaba que escribir era sentarse y soñar, después pensé que era tener el poder de expresar y hacer uso de tu libertad como derecho. Pero ¡¿qué fuera mi futuro?! No!, No! Y no! Es decir, era muy aburrido sentarme y solamente “escribir”. Pero la vida es tan irónica, que donde empiezas pocas veces terminas, y así me pasó. Por eso la escritura, poco a poco se convierte en mi principio, en una parte importante de mi vida. Por eso, si para muchos la escritura es su fuente de trabajo, y para otros, su fuente de inspiración ¿qué era y es, para mí, escribir?

En cada cumpleaños, parecía que alguien había firmado un contrato donde algún regalo por obligación, debía ser un diario o un libro. Para mí no era aburrido porque todo lo nuevo y regalado me gusta, pero tampoco era ¡¡EL REGALO!! con el que siempre soñaba y añoraba después de 365 días (sería muy "ñoño" afirmarlo).
Estos regalos los recibía, pero por épocas hacia uso de ellos, solo cuando quería hablar con Dios, agradecerle por mis días, por mi familia, por todo lo que vivía. Todo esto gracias a una familia constituida por una abuelita que, alrededor de una mesa y con la compañía de tías MUY marianas, oraban. Una abuela que educó a sus hijos con "verraquera" y ayuda del Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente. Y por claras razones en mi casa, con imágenes muy católicas, me enseñaron a escribirle no a un diario sino a un Señor Todopoderoso.

Mi escritura divina y agradecida siguió hasta cuando mi vida pareció dividirse en dos, por la separación de mis padres. Desde allí mi escritura era mucho más profunda, especial (por así decirlo), pero, ante todo, mucho más elaborada.

En cuatro años analicé situaciones, cometí errores y fui parte de un circo social que poco a poco despertó la necesidad de contar y explotar como una bomba todo lo que viví y callé. Comencé entonces a escribir, a criticar las diferentes situaciones que muchos, incluyéndome, vivían. Historias que se hacían interesantes a la hora de describirlas, de plasmarlas de una forma más elaborada.

Mis padres, a pesar de que ahora están juntos, reconocen que esos cuatro años para mí se definen como una etapa de superación, de avance. Mi forma de actuar, pensar, hablar, de relacionarme, todo en cuanto a mi formación, cambió notablemente. En cuatro años descubrí actitudes y aptitudes que por gracia de Dios fui desarrollando, tanto así que mi voz cambió y empecé a cantar. Otro motivo más para descubrir qué significa escribir. Lo musical, lo cultural, fue un terreno interesante pero nunca imaginé que mi segunda vida se encontraría en la armonía y afinación de mis cuerdas vocales. Cantar fue, es y será la forma más maravillosa de imaginar un mundo mejor a pesar de los problemas. Desde ahí comencé a componer canciones, a escribir con más efusividad, estructura, madurez.

Con el canto vinieron los reconocimientos, las felicitaciones, el orgullo por parte de la familia... En fin, situaciones que por muy buenas que parezcan, a veces se convierten en hipocresía e interés por un don que no sirve de nada sino aprendes a mesurar tus deseos. Conocí muchas personas y desde ese momento me gustó mucho más escribir sobre los sentimientos que me despertaban, más las razones por las que actitudes poco sinceras eran el reflejo del cómo era la sociedad colombiana. Si mi niñez había estado rodeada de cuentos, de libros gigantes con dibujos de colores por todo lado, ahora no era yo quien no solo leía sino, también escribía.

En el colegio, llegó una nueva profesora de castellano que contaba historias fascinantes, tenía un gran poder de convencimiento. Sus trabajos eran investigar, informarse y hacer un análisis. Todos estos trabajos por fortuna tenían una relación social, radicaban en un problema común y afectaba de forma directa o indirecta a la formación de cada persona, tema que se alineaba con mis intereses. Entonces, comencé a escribir. Mis trabajos fueron reconocidos y destacados por mis análisis y la forma en como criticaba y formulaba soluciones para superar aquellos problemas.

Tuve documentos con frases inventadas, cartas para personas imaginarias o tangibles. El reconocimiento sobre mi habilidad hizo que muchas profesoras, y compañeras me buscaran para inventar eslogan, títulos de trabajos, corregir textos, revisar signos de puntuación, dar opinión personal sobre algún texto, hacer también poemas, retomé las oraciones, etc.

Fueron muchas buenas experiencias en el colegio que poco a poco moldearon mis habilidades. Es claro que no soy perfecta, y tengo muy presente que la perfección no es de humanos, pero se alcanza un escalón más, con dedicación, amor y perseverancia. De ésta forma, el crucero de mi relación con la escritura, va divisando a lo lejos, tierra donde descansar y, a pesar de que tal vez, para responder la pregunta sobre qué es para mí la escritura, hacen falta fundamentos, correcciones, mejoras y muchas cosas más, poco a poco, voy descubriendo y respondiendo con sutileza.

Mi escritura no es la mejor, (hasta aquí mismo existen muchos errores), es por eso que me empeño todos los días en mejorar mi escritura, en aprender un poco más, en investigar. Cuando era novata en este campo, tenía muchas fallas, no existía coherencia muchas veces en el momento de escribir. Hace menos de un año, escribí un proyecto de grado, con mi autobiografía y mi proceso de aprendizaje. Les puedo reconocer, que existieron errores, desatinos, pero claramente descubrí la belleza y la magia de aprender cada día más. Fue como sentarse a jugar un videojuego, de esos que te vuelven adicta y pocas veces te paras. Sé que inconsciente y conscientemente hice y hago todo lo posible para aprender más y más. Es por eso, que ahora quiero y deseo pertenecer al Centro de Escritura Javeriano, un lugar donde encontré la posibilidad de crecer. Un lugar donde te vuelves polifacética, en buen término, donde aprendes mucho en diferentes campos. No es por ser mítica, pero Dios se ha encargado de retirar muchas oportunidades de trabajo, no necesariamente de escritura, sino de otras cosas, para dejar únicamente este proyecto. En mis hipótesis, la que me parece más coherente, es que ÉL muy bien sabe que en el CEJ más que aprender, entregaría amor y ahí está la clave para el progreso. ÉL muy bien sabe mis debilidades y que si no tengo motivaciones sinceras para hacer las cosas, muy pocas veces las hago bien.

En la Universidad claramente, tu escritura es muy académica; referencias, citas, autores, normas INCONTEC, APA, en fin, detalles que te corrigen y hacen más profesional o preparada tu escritura, porque a pesar de que en ocasiones se tornan aburridores todos esos accesorios, es un lujo hacer uso de ellas. Ahora con mi carrera, puedo colocarme un zapato del otro y un zapato mío, para así escribir lo que a veces callamos, lo que se nos dificulta expresar y gritar, porque la expresión es universal y por consiguiente, la escritura. Cada texto para mí es la imaginación que mi mente tiene descrita por letras. Es como tener un hijo. Al principio es difícil corregir sus fallas, determinar su personalidad, lo cual hace que tu trabajo sea de todos los días, que por obvias razones tienes momentos en que te desilusionas, te equivocas, te pierdes; pero poco a poco vas aprendiendo a estabilizar tu avión. Cada vez aprendes a reconocer cuáles son tus fallas constantes y pensarlas un poco más, invertir tiempo y amor por ellas, porque cuando pierdas el entusiasmo y el amor por lo que haces, ya de nada vale tu esfuerzo. Desde allí, yo puedo afirmar lo útil que es saber escribir, no solo por aprender (que es verdaderamente importante), sino también, creerse capacitado para lograr sueños que parecen solo para gente de televisión. Creerse digno de superar obstáculos no solo personales, sino también sociales. Y creer que en la escritura se puede encontrar la clave, la llave, el puente, el sendero, la luz, el atajo, la oportunidad, la esperanza, y muchas cosas más, para reconocerse como parte importante en la elaboración de un mundo mejor.

La escritura para mí son los pies con que camino sobre mi futuro. Es el epicentro de mi inspiración. Es el recurso renovable que Dios me regaló. Tengo la convicción que es allí donde se encuentra la silla preferencial con mi nombre en el avión de mis proyectos. Es la escalera infinita que me conduce al conocimiento sin frontera, ni distinción de razas, clases, ideologías, valores, creencias, etc.


Stefhania Libreros Serna

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